Mis manos son fuertes y grandes,
con dedos largos y firmes,
en nada hermosas ni delicadas;
son genética de mi padre,
son manos que denotan
sus arduas horas de labores.
Han dejado en ellas largas
y cansadas jornadas de trabajo,
muchas horas en letras,
suaves caricias a los que amo,
fuertes abrazos a mis amigos
y un saludo cordial a los conocidos.
Mis manos...
¡Gracias Señor por tenerlas!
pues son ellas las que día a día
me ayudan a plasmar lo que
del alma necesito liberar,
las cómplices de preparar
un rico pastel o un rico buffet.
Hoy las ensalzo en señal de gratitud.
¡Gracias por tan hermosa virtud!
Gracias por poseerlas y dejarme
usarlas con amor y rectitud.
~Arely Huber
2013 ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario