Y crucé el abismo,
salí, aunque muchos hubiesen sido felices
viéndome hundida, volé como el ave tras la caída, lastimada,
pero con ganas de volver a intentar iniciar el gran vuelo.
Me ayudó el aire, me guió un buen amor
que a mi paso encontré y me supo dar valor.
Poco a poco y sin temor sané esas heridas de la caída anterior.
Ahora nada queda de ese dolor, solo recuerdos
pues muy feliz vivo hoy.
Arely Huber
D.R.2012
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